¿Qué es la metodología cuantitativa?



Tradicionalmente se ha definido a la metodología cuantitativa como un “paradigma”, es decir, como un modelo integral sobre cómo realizar investigación científica y como interpretar sus resultados. En este enfoque, la investigación cuantitativa no sólo contiene técnicas de análisis de datos o de producción de información, sino también una perspectiva epistemológica respecto de la realidad, de la forma de conocerla y de los productos que podemos obtener de la investigación social.

Quienes hacen esta distinción tienden a contraponer este “paradigma” con su perfecto opuesto: “el paradigma cualitativo”. Aunque algunos autores (por ejemplo: Ibáñez, 1994) tratan de disolver la dicotomía por la vía de la generación de una tricotomía (un tercer paradigma que llaman “dialéctico"), en la mayor parte de las exposiciones continúa predominando la propuesta diádica.

Desde esta perspectiva se tiende a decir que el “paradigma cuantitativo” tiene como base epistemológica el positivismo o el funcionalismo, como énfasis la búsqueda de objetividad, de relaciones causales y de generalización, como estrategia de recogida de información la estructuración y sistematicidad y como percepción de la realidad social una interpretación estática y fragmentada (una presentación reciente y clásica la podemos encontrar en Cea, 1998).
Otra versión de este modelo (muy influyente en países de habla hispana) ha sido la ya señalada presentación de Jesús Ibáñez (1994), quien sofistica el análisis distinguiendo tres perspectivas de investigación y llamando al paradigma cuantitativo: “distributivo”.
Para este investigador las características esenciales de dicho paradigma se concretizan en uno de los instrumentos de producción de información que éste utiliza: “la encuesta social”. Desde allí Jesús Ibáñez señala que la estrategia distributiva presupone una concepción de sus sujetos de estudio como entidades atomizadas, un énfasis en la investigación de hechos (los cuales se pueden distribuir en categorías, de allí el nombre del paradigma), un enfoque ideológico coherente con la ideología dominante del capitalismo de producción y un énfasis en la desmovilización social y en la redundancia de la información obtenida.

Desde el punto de vista ideológico, detrás de estas descripciones podemos distinguir usualmente (aunque no siempre, hay quienes mantienen cierta neutralidad) un intento de hacer una lectura ideológica y/o valorativa del supuesto paradigma. Es así como, mientras algunos enfatizan que esta estrategia es el único camino para obtener resultados realmente científicos (es decir, objetivos y válidos), para otros lo cuantitativo es sinónimo de dominación e ideología dominante.

A mi juicio, este tipo de enfoques para la definición de lo cuantitativo contiene dos errores cruciales: sobre interpreta el carácter ideológico de la técnica y presupone, sin demostrarlo, la existencia de dos paradigmas cerrados y coherentes a los que los investigadores deben adscribirse.

Como podemos observar al leer la cita que da inicio a este apartado, la sobreinterpretación ideológica de un producto tecnológico no es propiedad de los científicos sociales (¿quién podría defender hoy el carácter democrático de los torpederos?), sino de aquel conjunto de pensadores que pretenden dar más solidez a sus argumentos “desnudando” el carácter ideológicamente regresivo de sus adversarios.
Sin pretender negar en detalle y en su totalidad este tipo de argumentos de crítica ideológica (tarea que está más allá de las capacidades y preferencias del autor del capítulo), creo que el carácter ideológico de un instrumento descansa más de la forma en que éste se utiliza y las motivaciones de quien lo utiliza, que en sus características intrínsecas. En otras palabras, no veo por qué un análisis estadístico de los resultados de una encuesta no puede servir para fomentar el cambio social o proyectos políticos movilizadores en manos de investigadores que porten una ideología de carácter progresista o transformadora. Incluso desde el punto de vista histórico esto ocurrió en el pasado: las primeras encuestas sociales fueron realizadas por quienes portaban ideologías revolucionarias para su tiempo y utilizaron sus resultados para denunciar realidades sociales que permanecían silenciadas (para dar voz a los sin voz, se podría decir hoy). Inversamente, no veo tampoco nada que impida a alguien interesado en mejorar su control sobre una población el servirse de las opiniones y juicios vertidos en una encuesta.

El problema de esta lectura ideológica es que conduce a que las personas que portan alguna ideología veten a priori la utilización de alguna técnica de investigación que podría serles útil en una situación dada. En otras palabras y volviendo a nuestra cita inicial, ¿qué revolucionario sería tan ingenuo como para rechazar un motín de marineros sólo porque ellos son tripulantes de un acorazado y no de un democrático torpedero?

Con relación al segundo error que me parece detectar, ya Reichardt y Cook (1986) han mostrado que suponer que los investigadores cuantitativos deben necesariamente adscribir al “paradigma cuantitativo” en todos sus niveles y que estos paradigmas son cerrados, es una equivocación.

Profundizando sobre el mismo argumento me gustaría preguntar, ¿por qué un investigador cuantitativo debe ser positivista?, la verdad es que yo no creo adscribir a ese modelo epistemológico (las críticas de la escuela Kuhnniana me parecen en gran parte acertadas), y me niego firmemente a dejar de utilizar la estadística. ¿Por qué un investigador cuantitativo debe creer que sus resultados son “objetivos"?, personalmente cuando he aplicado algún instrumento para medir emociones no creo estar midiendo “hechos objetivos”, ni menos aún creo que mi forma de redactar las preguntas no influye en los resultados obtenidos; por el contrario, mi experiencia me indica que el sólo hecho de preguntar modifica la realidad del sujeto (a veces incluso creando una opinión que no existe, proceso que tiene nombre: “cristalización"), con mayor razón influyen el lenguaje y la redacción específica de la pregunta.

Por otro lado, ¿por qué un investigador cuantitativo debe suponer que sus sujetos de estudio son entidades atomizadas?, eso no sólo sería ingenuidad sino profunda ignorancia de los procesos de socialización que son responsables de que la gente asigne valores positivos o negativos a determinadas conductas.Por el contrario, el investigador cuantitativo sólo puede explicarse los resultados de un estudio en función de las redes sociales en que están inmersos los sujetos, aunque el proceso de recolección de información los haya tratado individualmente.

En suma, tal como argumentan Reichardt y Cook (1986), no hay ninguna razón lógica que obligue a un investigador cuantitativo a adscribirse a su paradigma a la hora de interpretar sus resultados o planificar su investigación. Más aún, ya que los distintos argumentos de los supuestos paradigmas son lógicamente independientes, cada investigador puede desarrollar su propia configuración al interpretar los resultados de su investigación.

No obstante lo anterior, el que la tradicional perspectiva “paradigmática” haya persistido tanto tiempo es un síntoma de que hay algo de cierto en ella. Nos parece que existe una cierta correlación empírica entre utilizar métodos cuantitativos o cualitativos y adscribir a cierta percepción de la realidad social y del conocimiento científico. En otras palabras, los investigadores cuantitativos han sido más frecuentemente positivistas, experimentalistas, etc., que los investigadores cualitativos.

¿A qué se puede deber esta correlación? Creemos que esto responde a dos razones:
a) Como ejemplo práctico de profecía autocumplida, los investigadores han tendido a creer en la existencia de los paradigmas y han actuado en consecuencia, adscribiéndose a las posiciones que se suponía debían apoyar, lo que puede haber tenido efectos reforzadores sobre su elección metodológica (permitiendo por ejemplo, que un investigador cualitativo se sintiera “progresista” y un investigador cuantitativo “objetivo y científico").

b) Es muy posible que los métodos cuantitativos y cualitativos tengan ciertas ventajas comparativas para realizar determinados tipos de investigación. Exploraremos este argumento al determinar las potencialidades y limitaciones de la investigación cuantitativa.
Ahora bien, si la metodología cuantitativa no es un paradigma, ¿qué es?,
¿qué propiedades la delimitan?

A mi parecer, la característica básica que define lo cuantitativo como metodología de investigación es la utilización de los números para el estudio de la realidad natural y social. Esta, que en sí misma es una afirmación evidente y aparentemente poco esclarecedora, tiene una serie de consecuencias muy interesantes para su adecuada definición:

a) En primer lugar, para poder utilizar números en el estudio de la realidad social, debemos ser capaces de asignarlos a los sujetos que estudiamos. Este proceso de asignación de números a una realidad que no los posee de manera evidente (las personas, los grupos, las culturas, no son números), se denomina “proceso de medición”. En otras palabras, para poder utilizar números en la investigación cuantitativa debemos poseer una teoría y un procedimiento estandarizado (reglas) que nos señalen la manera y el significado de asignar números a nuestros sujetos de estudio. Debemos disponer de una teoría de la medición.

Evidentemente, estudiar la realidad social utilizando números tiene una serie de consecuencias sobre las áreas de dicha realidad que iluminamos y obscurecemos con nuestros procedimientos. No es indiferente utilizar o no números. Desarrollaremos con más detalle este punto en el apartado sobre teorías de la medición, pero adelantamos que todo investigador cuantitativo debe conocer estas connotaciones para poder valorar y ponderar sus descubrimientos.

b) En segundo lugar, trabajar con números implica disponer de procedimientos de producción de información que produzcan datos que sean fácilmente transformables en números. Evidentemente, la encuesta social (con su énfasis en las categorías de respuesta predefinidas) es el instrumento de producción que más fácilmente se adapta a este objetivo. No obstante, la relación entre metodología cuantitativa y encuesta no es determinista, un investigador cuantitativo puede utilizar diversos tipos de instrumentos de producción de datos (entrevistas individuales, observaciones, entrevistas grupales), ya que casi cualquier información puede ser transformada en números utilizando procedimientos de codificación más o menos complejos y laboriosos. Incluso, si se realiza un análisis secundario, puede no utilizarse ningún instrumento de producción de información.

En otras palabras, lo que requiere el investigador cuantitativo no es trabaja con encuestas, sino procedimientos de codificación que le permitan traducir cualquier tipo de lenguaje en que disponga la información, a números. Entonces, la razón de que consideremos la encuesta como parte de la metodología cuantitativa no es que necesariamente deba ser utilizada por un investigador que pretenda utilizar dicha estrategia, sino que el tipo de información que se obtiene de una encuesta difícilmente podrá ser utilizada por un investigador cualitativo. No es que esto sea imposible, una encuesta constituida por una serie de preguntas abiertas de respuesta extensa puede sostener un interesante análisis cualitativo, pero sólo en raras ocasiones este modo de proceder será el más eficiente en el marco de una investigación cualitativa.

c) En tercer lugar, un investigador cuantitativo requiere un procedimiento de análisis de la información que permita manipular, sintetizar y describir grandes volúmenes de números con facilidad. Una técnica que cumple con estos requisitos es la estadística, que realiza operaciones de descripción e inferencia de variables individuales, parejas de variables y múltiples variables.

d) En cuarto lugar, un investigador cuantitativo requiere una serie de herramientas teórico-conceptuales que permitan adaptar los conceptos de las ciencias sociales a una forma que les permita ser medidos. A pesar del lugar común que afirma que los metodólogos cuantitativos reducen las personas a números, lo que realmente hacemos es bastante diferente. Evidentemente, nuestros sujetos de estudio no son números ni pretendemos transformarlos en ellos. Lo que hacemos es suponer que dichos sujetos poseen una serie de propiedades (por ejemplo, los sindicatos pueden poseer “potencial revolucionario”, “cohesión interna”, “calidad de liderazgo”, etc.) que podemos separar y distinguir analítica y empíricamente. Además, suponemos también que estas propiedades son poseídas por cada uno de nuestros sujetos en distinto grado, magnitud o forma (por ello las llamamos “variables"). Todo esto nos permite asignar números no a los sujetos de nuestro estudio, sino a un conjunto escogido de sus propiedades, y estos números son asignados de acuerdo a la magnitud, grado o forma en que cada sujeto posee cada propiedad en particular (e independiente de la magnitud en que posee las otras propiedades).

e) Finalmente, la utilización de la metodología cuantitativa está generalmente asociada a determinados procedimientos de selección de los sujetos de investigación usualmente denominados “muestreos probabilísticos”. Estos procedimientos se sostienen sobre dos principios básicos que tienen por principal finalidad asegurar que el conjunto de sujetos obtenidos para la investigación poseen, en la proporción adecuada, las características de la población de la cual han sido extraídos. Estos principios son: selección aleatoria y utilización de grandes números de sujetos.

Es importante notar que, si bien estos procedimientos de selección de los sujetos se pueden asociar a la metodología cuantitativa pues tienden a aprovechar muchas de sus potencialidades (como la capacidad de trabajar rápidamente con grandes volúmenes de información), al igual que en el caso de la encuesta, no hay una relación de determinación entre la utilización de muestreos probabilísticos y la metodología cuantitativa. Es perfectamente posible, y en ocasiones más adecuado, utilizar otras formas no probabilísticas de selección (como por ejemplo, se impone una selección intencionada o pareada, cuando el objetivo del estudio es comparar la magnitud en que han cambiado dos grupos, uno intervenido y el otro controlado).

Al igual que en el caso de la encuesta social, la razón de que consideremos estas formas de muestreo como parte de la metodología cuantitativa es que prácticamente sólo esta estrategia de investigación puede utilizarla. Si bien en teoría no hay nada que impida realizar una selección probabilística de los sujetos en una investigación cualitativa, los grandes volúmenes de personas que son requeridas para que el procedimiento obtenga resultados válidos es tan grande, que en la práctica se hace impracticable para los procedimientos de registro y análisis cualitativos.

Tradicionalmente se ha asociado también a la metodología cuantitativa un cierto tipo de diseños de investigación: los de carácter experimental o cuasiexperimental, pero la reciente difusión de estudios que utilizan estos diseños con metodologías cualitativas han tendido a difuminar esta asociación, demostrando el potencial que tienen los diseños de carácter experimental en la investigación cualitativa. Además, actualmente la mayor parte de las investigaciones cuantitativas utilizan diseños no experimentales (como por ejemplo en los estudios de opinión pública a través de encuestas), por lo que por nuestro lado también se ha perdido la asociación.

En definitiva entonces, ¿en qué consiste la metodología cuantitativa? Dicho en un sólo párrafo: la investigación cuantitativa es una estrategia de investigación que conceptualmente delimita propiedades de sus sujetos de estudio con el fin de asignarles números a las magnitudes, grados o tipos en que estos las poseen y que utiliza procedimientos estadísticos para resumir, manipular y asociar dichos números. Adicionalmente, con el fin de obtener la información necesaria para este trabajo, la investigación cuantitativa tiende a utilizar, aunque no necesariamente, la encuesta social y los muestreos probabilísticos.

Creemos que esta forma, técnica y operativa, de concebir la metodología cuantitativa, la despeja de criterios ideológicos y paradigmáticos que obscurecen su sentido. Además, tal como veremos más adelante, esta definición permite comprender más claramente las potencialidades y limitaciones que tiene esta estrategia.


Sin embargo, antes de profundizar en estas potencialidades y limitaciones, vamos a desarrollar un poco más en qué consiste el proceso de medición y qué consecuencias tiene para la investigación cuantitativa.

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